lunes, noviembre 17, 2008

si las vueltas de la vida.



una mano tocó un hombro. que tocó otra mano. que tocó una panza. y después una boca. y se perdió en la lejanía de los huracanes y volcanes más violentos y violetas. caminó buscando la solución a todo lo que no tenía solución, caminó entendiendo que el placer no se explica, y que las vueltas de la vida...

hay unos tachos de basura que desaparecieron. había escrito unas cosas con marcador indeleble. fue al recital, pero yo no fui. y eso estuvo bien y ahí nos dimos cuenta, bah, yo, que las cosas, tenían que volver a enredarse. porque yo, aunque no escribí, y no conté, conocí inconcientemente todo de una y rompí la caja en treinta mil pedazos. como hago siempre.

se me mezcla la historia. es que han pasado muchas cosas, teneme paciencia. el otro día nos acordamos del hombre de blanco y del tereré, lo recordé con una sonrisa. recordé que lo había saludado y se me había desabrochado el corpiño, y qué la remera azul era bizarra. y recordarlo con tanto cariño, hasta volver a pensar en él, en qué estaría haciendo, y no pensar en qué hubiese sido... mmm... algo tenía que querer decirme eso.

el camino es demasiado largo, y llegaron los cumpleaños, y se abrió en dos. un camino por allá, y otro por allá. más lejos. y nadie lo notó. yo, en avellaneda, esperando el 95, niña otra vez, sola. y pensar que me preguntaron qué era para mi la terraza.

y bueno, se me fue limando la cabeza, y me fui conociendo. y encontré al inconciente, que, como todo lo que conozco en esta vida, también me enseñó. "no me subestimes", no, nunca más. no te conozco y no te decido.

rachas. prefiero números. caminé hasta allá. vi pasar el 65. lo toqué con los dedos, como la magia de cuarto año. cuarto año. cuatro años. cinco de enero. 6-5, 65, 5-4, 16-17. de numerología no sé nada. pero no puedo dejar de mirarlos. de buscar cómplices imaginarios en el aire que me ayuden a soportar la mochila. que me digan que la suelte, que total la llevo siempre conmigo.

el tema es que no me lo tomé donde siempre, entonces mi locura de mónica, que pone las reglas del juego, no me quiso seguir el juego y me dijo, si te lo tomaste acá, no, no pasa, no importa que 65, que 54, que 1716. pero quizá así tenía que ser. habló lucía, o robertota, que se yo. total, la otra vez había ido desde el colegio, no desde mi casa. y recorrí, con suave tranquilidad, de esas que me dan cuando decido disfrutar el no poder decidir, y vi los nuevos negocios de los locales donde nadie tiene suerte, y busqué el tacho de basura que no encontré. vi el escalón de la puerta, vi el edificio, no, no lo vi ahora que lo pienso. y así, otra vez.

nuevamente el karma de madre. nuevamente el dolor central, el que no tenía, sino vos. y todo era muy extraño. nos sentamos en la mesa y nadie entendía como habíamos llegado al punto de que el cielo se quedara sin estrellas. bombón. chichi bombón.

puedo decir que el vidrio clavado el día que el chico corrió, y que los codos y las aves se juntaron en un trío danzante, que la mujer cuidadosa no tomó la pastilla, y la cristalísima mujer perdió su contacto, salió de la piel. porque nos clavamos vidrios en todos lados del cuerpo, y no siempre los mismos. porque la tortura de que me guste tu fiesta, sigue torturandomé, porque decido inconcientemente conocerme.

¿sabés que soñé cuando toqué la trompa del colectivo? que me quedaba sola en un trío danzante con las mismas personas que danzamos aquella vez. el hombre de las calzas negras y la remera a rayas, blanco y negro, la mujer del vestido con bolsillos, amarillo, y el muchacho del chaleco, con párpados.

porque cuando dijiste "al final la única que consiguió lo que venía a buscar fui yo", me hiciste acordar del momento en que toqué el colectivo, y mis dedos índice y anular soñaron con esa exacta pieza de montaje dónde conseguíamos la libertad, dónde los granos se dividían en exactas mitadas. y yo, terminaba bailando con el trío danzante. y pensar, que hablamos de las esposas.

cuando cayó la pieza, pensé, otra vez en aquél pasaje de la vida,

los caminos que elegí, yo no sé quien me llevó, si las vueltas de la vida, o si las vueltas la di yo.