Correr. Volar. Escapar. Llegar. Amar.

Vi la puerta abierta… no me veía nadie. Solo tenía que empezar a correr. Miré la puerta. Miré para atrás. Mi corazón comenzó a latir más rápido. Las luces se apagaron… solo quedó iluminada la puerta. Parecía que me iba a morir, pero sabía que eso solo era libertad… no muerte.
Caminé… aceleré el paso… corrí desesperada. Las piernas gritaban que parase porque hacía mucho que no se movían, pero en seguida agarraron viaje y corrían más rápido que ningún otro par en la tierra. Mis ojos se inundaron al ver los campos, al darse cuenta que ya no estaba más allí.
Enseguida me acordé de esa persona. Sabía que me iba a esperar, pero yo no estaba segura que iba a salir. Ahora, afuera, solo sabía que me estaba esperando. Solo sabía que me seguía amando… que yo solo tenía que correr. Correr. Correr. Escapar. Volar. Volar. Volar. Viajar. Escapar. Correr. Llegar. Amar.
Y corrí, y volé, y escapé, y llegué. Y amé. Y hoy, puedo decir que la felicidad existe. Que después de tanto puedo amar, puedo volar, puedo correr. Puedo correr sin decir a donde, puedo amar y que lo sepa, puedo volar con solo sentirlo.
Abro los ojos y veo la puerta. Sigue cerrada. Creo que nunca saldré. Y si salgo, ¿me seguirá amando?







a esto me lleva Clocks, de Coldplay... siempre me dio una sensación de liberación... y decidí escribirlo. salió eso, medio desepcionante.





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